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Hijos míos, los observo y veo cómo el mundo que les di se ha llenado de sufrimiento, divisiones y desamor. Pero aún queda esperanza. Aún hay tiempo para que vuelvan a mí y recuperen el propósito con el que fueron creados. Cada uno de ustedes lleva dentro una chispa divina, un potencial inmenso para amar, sanar y transformar. No se dejen consumir por el egoísmo, la ambición o el miedo.